El sábado 30 de septiembre, en el marco del jardín de Via Santa Maria in Cosmedin, 80 jóvenes de varios países europeos fueron acogidos en el taller Together. Hubo mucho que reflexionar: ¿cómo acoger y proteger el don de la creación? ¿Cómo afecta el cambio climático a nuestras vidas y a las de los que nos rodean?

La comunidad de Taizé, que había propuesto al Papa Francisco este encuentro del Pueblo de Dios previo al Sínodo, implicó a las Hermanas de la Caridad de la Casa Generalicia para organizar uno de los talleres temáticos. El tema elegido fue: «Todos vivos, todos interdependientes», según la Ecología Integral, porque estar vivo significa estar en relación, estar conectado y ser interdependiente con todos los seres vivos.

El Taller contó con la participación de un equipo multicultural de Hermanas de la Caridad junto con jóvenes laicos comprometidos con la ecología y el servicio a los pobres, con sus diferentes habilidades.

La apertura fue un momento de oración en la Catedral de la Creación, en el gran jardín de la Casa Generalicia: los distintos países reunidos escucharon a la creación.

Desde allí se inició el camino hacia la Sala Capitular, donde se invitó a los jóvenes a hacer una elección ecológica, precisamente donde las Hermanas de la Caridad toman sus decisiones importantes para su camino.

Tras un tiempo de reflexión, se invitó a los jóvenes a dividirse en tres subtalleres:

  • «El cambio climático: el terror de los pobres»: la hermana Maria Luisa C. destacó el vínculo entre la ecología y los pobres, explicando las dificultades que el cambio climático crea para los más frágiles.
  • «Espiritualidad ecológica cotidiana»: Stephen y la hermana Jessica destacaron cómo la espiritualidad ofrece un profundo sentido de renovación en el estilo de vida y las opciones ecológicas.
  • «¿Van de la mano la economía y la ecología?»: Giandonato destacó el vínculo entre ecología y economía.

Al final de los talleres, para dar el sentido de interdependencia, cada subtaller compartió su reflexión, componiendo un símbolo con piezas de puzzle: todos se encontraron así juntos como Custodios de la Creación.

A continuación, el grupo de participantes emprendió la marcha para reunirse con el resto de los jóvenes, que se habían congregado en la catedral de San Juan de Letrán, y se dirigió hacia la plaza de San Pedro. El equipo de voluntarios compartió una comida de convivencia, para alegrarse de este servicio vivido juntos. Después, ellos también se dirigieron a la celebración con el Papa y los demás representantes de las religiones cristianas.