La escalada de la guerra en Oriente Medio ha contagiado ya al Líbano, acentuando los riesgos de una situación que se ha convertido en una especie de «bomba de relojería» por la presencia insostenible en territorio libanés de más de un millón de refugiados sirios. La alarma ha sido lanzada por los obispos de la Iglesia maronita, reunidos el miércoles 3 de enero en su encuentro mensual en la sede patriarcal de Bkerké, bajo la presidencia del patriarca maronita, el cardenal Béchara Boutros Raï. Informa la agencia Fides (Obras Misionales Pontificias)
El ataque contra el barrio de Hezbolá en Beirut
La escalada -señalan los obispos en una larga declaración de 9 puntos hecha pública tras la reunión- ya ha causado en el sur del Líbano «víctimas y heridos entre los habitantes de la región, así como destrucciones masivas en varias localidades, sin olvidar el uso de bombas de fósforo que han quemado espacios verdes». Esta escalada -continúa el comunicado del episcopado maronita- alcanzó ayer (martes, n.d.) los suburbios del sur de Beirut. Alusión directa al misil que el martes mató, entre otros, al dirigente de Hamás Saleh el-Arouri, en un ataque que sacudió un barrio bastión del partido chií libanés Hezbolá.
Refugiados sirios
En otro pasaje destacado de su declaración, los obispos maronitas dan la voz de alarma sobre los problemas asociados a la fuerte presencia de refugiados sirios en territorio libanés. «Los registros efectuados por las fuerzas militares y de seguridad», recuerdan los Obispos, «han demostrado que los desplazados están en posesión de municiones y armas sofisticadas. Se trata de una bomba de relojería que representa una amenaza real para los libaneses». Por ello, las autoridades nacionales y supranacionales deben «dar pasos serios y adoptar las medidas diplomáticas y políticas necesarias para liberar al Líbano de esta carga que pesa sobre su demografía, su economía y su equilibrio».