«Una crucifixión transformadora», con estas expresiones fuertemente evocadoras, el Padre Agustín de la Virgen, Definidor de la Orden de la Santísima Trinidad y Postulador de la causa de canonización de la Fundadora describe el itinerario existencial de la Madre Thouret.

«Su vida fue un todo, rápidamente recorrido, que pone ante nosotros una crucifixión perpetuamente transformante, a semejanza muy cercana del Divino Crucificado. Sucedió en ella, en cierto sentido, lo que ocurre más o menos aparente y visiblemente en los grandes Siervos de Dios. Es entonces cuando la Bienaventurada Sierva de Dios -cuya gloria se celebra hoy- nos recuerda a cada uno de nosotros: nadie está dispensado de aspirar a esta transfiguración. Porque todos estamos llamados a la santidad».

Del Discurso del Padre Agustín a Su Santidad el Papa Pío XI, al final de la lectura del Decreto de Canonización, también en nombre de la Familia Religiosa de las Hermanas de la Caridad, 6 de agosto de 1934, en la Sala del Consistorio.