El 23 de febrero de 1891, en Borgo Vercelli, hacia las dos de la tarde de un domingo, nace Maria Angela Domenica, hija de Giovanni Alfieri y Rosa Compagnone. Se habían casado el año anterior en la iglesia parroquial del pueblo. Había cierta diferencia de edad entre la pareja: él tenía veintisiete años, ella sólo diecinueve.

Maria Angela Domenica fue bautizada, como era costumbre, al día siguiente, 24 de febrero, y fue confirmada el 14 de enero de 1900 por el arzobispo de Vercelli, monseñor Pampirio.

Desde el punto de vista social, era una familia que vivía dignamente de los productos de sus campos, no muy extensos, pero suficientes para el sustento. Aunque sobrios, no carecían de lo necesario para una familia de tamaño medio.

Giovanni y Rosa tuvieron cuatro hijos: Maria Angela Domenica, seguida de Angela Francesca en 1894, Adele Domenica Caterina en 1896 y finalmente Carlo Luigi en 1898.

Era una familia sólida en la fe, como muchas en aquella época: el padre Giovanni era prior de la Cofradía de Santa Catalina de Alejandría, que pertenecía al vasto movimiento de las Cofradías de los Disciplinados. Al padre de la futura hermana Enrichetta, como prior, se le pidió que animara a todos los hermanos, que proveyera a las necesidades de culto y caridad típicas de la Cofradía: ayuda a los pobres, a las viudas, a los huérfanos. Giovanni Alfieri era un hombre muy comprometido en la vida cristiana, públicamente conocido y expuesto, por lo que debía estar convencido y decidido.

Su matrimonio duró nada menos que cincuenta y nueve años, que Giovanni y Rosa pasaron viviendo la fe. Lo confirma la fortaleza con la que soportaron los largos años de sufrimiento. Ambos quedaron paralíticos: el padre Giovanni durante diecisiete años, al sufrir un derrame cerebral, y la madre Rosa durante siete años.

De la correspondencia de la hermana Enrichetta con sus padres

En 1946, desde Milán, adonde pudo regresar al final de la guerra, el 17 de diciembre, la hermana Enrichetta escribe a sus queridos padres para felicitarles la Navidad. Refiriéndose a su larga y penosa enfermedad, La hermana Enrichetta se inspira en la fiesta del martirio de San Juan y de los Santos Inocentes:

Ánimo, pues, ¡oh queridos!

Aún sois los mártires de Jesús. Y como vuestro martirio es de mayor duración que el de aquellos… aún mayor será vuestra recompensa.

¡Ánimo, ánimo!

Consolaos con estos pensamientos, teniendo un ojo fijo en el Pesebre y el otro en el Calvario; mirando e imitando ahora a la Virgen en la adoración de Jesús y ocupados en atenderle a Él y a las necesidades familiares; ahora resignados y traspasados de dolor al pie de la Cruz, en la que Jesús agoniza y muere por nuestra salvación. Así es vuestra vida, queridos míos… y para la querida Mamá de la manera más dolorosa.

Que el Niño Jesús os sonría, os consuele, os bendiga a todos. Hace mucho frío, cubríos y abrigaos. Los mejores deseos de las Hermanas y muchos besos de mi parte.

Muy afectuosamente hermana Enrichetta, SdC

Texto extraído de Ver con el corazón, de Apeciti

La carta se encuentra en Scritti della Beata Enrichetta Alfieri, de Apeciti – Clerici – Saibene