La Madre Maria Rosa Muscarella escribe en la Circular nº 42:

Es muy bonito y significativo estar, hoy, aquí en Besançon, en este 11 de abril en la «Casa de Familia», en la tierra donde Santa Juana Antida Thouret acogió la llamada a seguir el Señor para gastar su vida en el servicio espiritual y temporal a los pobres.

Quisiera con ustedes acoger esta ocasión de los 225 años de fundación para mirar más de cerca a Santa Juana Antida, nuestra Fundadora. Una mujer que marcó la historia de su tiempo por su audaz empeño en vivir el Evangelio de la Caridad. Juana Antida vivió en plenitud la época diİcil que le tocó: no se quedó al margen, como espectadora de la escena que pasa, sino como una verdadera protagonista se hizo intérprete fiel de las aspiraciones y de las expectativas profundas de la humanidad, de la que siempre se sintió parte viva.

Observando su vida, podemos decir que Juana Antida fue una mujer de acción, siempre lista a ponerse en movimiento, a pedir respeto y justicia por los pobres, lista para ir al fin del mundo… y, al mismo tiempo, una mujer de oración, de contemplación. Por esto podemos definirla como una auténtica mujer de Dios. Bien radicada en la historia de su pueblo, en su época, en su cultura, vivió y testimonió, con las hijas que Dios le donó, un aspecto particular del misterio del amor misericordioso de Dios que se volvió empeño de vida para los pobres de su tiempo. […] En ella podemos reconocer a la «primogénita guardiana» del carisma, la mujersobre quien Dios puso su mano. Si miramos a Juana Antida, desde la perspectiva de Fundadora, podemos afirmar verdaderamente que ella es nuestra «Madre». Ella misma lo sabe y lo repite en sus escritos.

[…] Queridas hermanas, herederas de nuestra rica y significativa “historia de Familia” que continúa con nosotros, hoy, sintámonos invitadas a vivir con confianza y entusiasmo nuestra vocación de Hermanas de la Caridad.

La confianza es una invitación a mirar el hoy con una mirada de futuro, no es una fuga de la realidad. La confianza es dinámica, no es estáƟca, se mueve, experimenta nuevos caminos, no se adecua al mundo presente, así como es; como creyentes, la confianza intuye un modo nuevo porque Ɵene sus raíces en la promesa del Resucitado.

La confianza en el Dios de Jesucristo nos hace experimentar la posibilidad de tener una mirada nueva hacia la realidad, los otros, el futuro, y nosotras mismas: una mirada de graƟtud, de Esperanza, de reconocimiento de la presencia discreta pero acƟva del Resucitado que dice, aún una vez más a cada una de nosotras «No tengan miedo» (Mt 8, 26). Todas conocemos los desiertos del miedo, dónde nos encontramos, pero la confianza en el Dios de Jesucristo puede liberarnos de todos los miedos y de la muerte, para hacernos crecer en humildad y humanidad.

Por ello, queridas Hermanas, fuertes de la presencia del Resucitado, pueda ser este acontecimiento de los 225 años de Fundación, la ocasión para vivir una mayor cercanía a aquella que es “Madre por la eternidad”.

Con las consejeras, a todas, le deseo un buen camino: ¡que la presencia del Resucitado nos acompañe siempre

La hermana Maria Rosa Muscarella, SdC