Durante los tres días del Triduo Pascual, cada año, desde hace muchos años, las Hermanas de la Caridad proponen una experiencia de convivencia, de compartir, de oración y de servicio.
Durante estos tres días, un grupo de jóvenes convive con las hermanas, alojados en los locales de la Casa San José, compartiendo habitaciones para pasar la noche, baños y algunos servicios domésticos. Este año el tema para los jóvenes fue «En cada latido… busco Tu rostro».
Después de desayunar juntos, las mañanas se dedican a la oración personal y a la reflexión sobre la Palabra; también ensayamos juntos canciones para las celebraciones. Sí, porque el servicio realizado es animar con cantos y música las celebraciones del Jueves, Viernes y Sábado Santos en la cárcel de San Vittore de Milán. En pocas horas nos transformamos «milagrosamente» en un verdadero coro y, con la ayuda del Espíritu Santo, ¡lo conseguimos de verdad!
Las celebraciones tienen lugar por la tarde y son muy emotivas y sentidas.
Por la noche, después de compartir la cena, vivimos momentos de oración, caracterizados por el recogimiento, la espera y el silencio, en adoración eucarística, en conmemoración de la Pasión de Jesús, pero también con espíritu de celebración y alegría por su Resurrección.
Este año, nos han acompañado en nuestra reflexión personajes del Evangelio que atravesaron la oscuridad antes de encontrarse con Jesús; uno de ellos fue Nicodemo, jefe de los judíos que vive una noche atormentada y acude al Señor, que le presenta la esperanza, un Dios amable que nos ilumina y nos dice que antepongamos el amor. Es la luz de este amor la que nos permite ver con claridad el rostro de Dios, que a menudo no reconocemos.
Vivimos uno de los momentos más profundos del compartir sobre este aspecto, centrándonos en la visión imprecisa que a veces tenemos del Señor, y recuperando su verdadero rostro en las palabras del Evangelio.
Muchas han sido las experiencias vividas que han caracterizado este Triduo, y muchos los encuentros que hemos tenido la oportunidad de vivir.
Lo que hemos vivido es una experiencia extraordinaria que deseamos que todos vivan, porque cambia la percepción de uno mismo y de los demás, la percepción del lugar de la cárcel y de los que están dentro…
Poder encontrarnos con los presos sin juzgarlos, nos hizo experimentar cómo es posible y bueno vivir las relaciones aceptándonos unos a otros por lo que somos y en nuestro misterio y belleza, y no por lo que parecemos o por lo que hemos hecho, dándonos la esperanza de un nuevo comienzo.
En definitiva, este Triduo permite un cambio, un paso… ¡una Pascua!
Chiara Maria, Pascua 2024