Con ocasión de la fiesta de la Asunción de 2024, las Iglesias de Oriente Próximo promueven numerosas iniciativas de oración por la paz, ante el riesgo de que la región caiga en un conflicto mundial. De ahí el renovado llamamiento a la oración que une al Patriarca caldeo, al Primado latino de Jerusalén y al Custodio de Tierra Santa.
El Primado caldeo de Bagdad, Card. Louis Raphael Sako, pide a la gente que se una en oración a Dios en la vigilia de oración que se celebrará la tarde del 14 de agosto en la catedral caldea de San José de Karrada: «Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios, con la esperanza de que estos conflictos no se conviertan en una guerra regional que acabe siendo desastrosa para todos».
Ficha. Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén, hizo un nuevo llamamiento a la oración, con ocasión de la solemnidad de la Asunción, dirigiéndose a la Virgen para «un momento de oración de intercesión». Un momento para compartir con «las parroquias, las comunidades religiosas contemplativas y apostólicas, y también los pocos peregrinos presentes entre nosotros, unidos en el deseo común de paz que confiamos a la Santísima Virgen». «Sólo nos queda rezar», concluyó el primado latino, invitando a «ayudar y estar cerca de todos, especialmente de los más golpeados» para que el mundo entero pueda ver «un destello de luz».
Por último, entre los que hacen un llamamiento a la oración se encuentra también el Custodio de Tierra Santa, que ha pedido a los frailes de la Custodia que reciten una «Súplica por la paz a María Asunta al Cielo» durante las celebraciones previstas para los días 14 y 15 de agosto, como signo de esperanza y para que las partes puedan reanudar las conversaciones de paz.
Súplica por la paz a la Santísima Virgen María Asunta a los cielos
Gloriosa Madre de Dios,
exaltada sobre los coros de los ángeles,
intercede por nosotros con el arcángel san Miguel,
con todas las potencias angélicas de los cielos
y todos los santos,
ante tu Santísimo y amadísimo Hijo,
Señor y maestro.
Obtén para esta Tierra Santa,
para todos sus hijos
y para toda la humanidad
el don de la reconciliación y la paz.
Que tu profecía se cumpla:
sean dispersos los soberbios
en los pensamientos de sus corazones;
sean derribados de sus tronos los poderosos,
y finalmente sean enaltecidos los humildes;
sean colmados de bienes los hambrientos,
sean reconocidos como hijos de Dios
los que procuran la paz
y los mansos hereden la tierra.
Nos lo conceda Jesucristo, tu Hijo,
que hoy te ha exaltado
sobre los coros de los ángeles,
te ha ceñido con la corona del reino,
y te ha puesto en el trono del eterno esplendor.
A Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.