La figura de San Vicente, su legado continuado por los Padres de la Misión, las Damas e Hijas de la Caridad, el laicado vicenciano, encontró también una repercusión muy especial en la vida de Juana Antida, a partir de su experiencia en el Seminario de las Hijas de la Caridad de París.

A partir de ese momento, la futura Fundadora encontró en la «mística de la caridad» un modelo y un ejemplo, una fuente de inspiración. Para las primeras hermanas de Besançon, Juana Antida quiso el título de «Hermanas de San Vicente». Debido a las decisiones napoleónicas, en 1807, el nombre se cambió por el de «Hermanas de la Caridad de Besançon». Pero con ocasión de la aprobación pontificia del instituto en 1820, la Madre Thouret recuperó el apelativo tan querido: ‘Hermanas de la Caridad bajo la Protección de San Vicente de Paúl’. Desde entonces, entre las Hermanas de la Caridad, son innumerables las obras educativas, caritativas, pastorales y sanitarias que llevan el nombre de San Vicente de Paúl.

En la Regla redactada por la Madre Thouret para sus primeras Hijas, encontramos la famosa e innovadora Regla, de la que nace una nueva presencia de la vida religiosa femenina, ya no enclaustrada, sino decididamente cercana a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros, a los soldados en el frente, a los locos, a las mujeres solas y marginadas. Así lo quiso San Vicente:

«Las Hijas de la Caridad no tienen por monasterio más que las casas de los enfermos,

por celda una habitación alquilada,

por capilla la iglesia parroquial,

por claustro las calles de la ciudad,

por claustro la obediencia,

por reja el temor de Dios,

por velo la santa modestia.

No hacen otra profesión que la de la continua confianza en la divina Providencia

y de la ofrenda de todo lo que son y de todo lo que hacen».

Con razón, en 1885, el Papa León XIII proclamó a San Vicente de Paúl patrono universal de todas las obras de caridad. De hecho, su historia continúa a través de la gran Familia Vicenciana y de todos aquellos que continuaron su poderoso legado, que sigue siendo fuente de inspiración para muchos en el mundo de hoy.

La historia de caridad de San Vicente continúa hoy a través de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida, que siguen invocándolo como «padre, protector y maestro de vida».