Desde mediados de septiembre de 2024, seguimos con aprensión la grave crisis humanitaria que atraviesa el pueblo libanés. Desde 2019, la inflación ha alcanzado el 200% y la moneda local ha perdido el 90% de su valor, el Banco Central libanés impide el acceso a las cuentas corrientes para retirar fondos en dólares. Y ahora la guerra: las condiciones de la población son cada día más insoportables.
Todo el Líbano, con sus 10.452 km² de superficie, habitado por 5 millones de personas, sufre las trágicas consecuencias. La población asiste impotente a la destrucción de sus hogares.
Las bombas de fósforo queman todo lo que encuentran en la zona fronteriza del sur: bosques de olivos y pinos, huertos, casas, tiendas, hoteles, gasolineras, etc.
Israel, Irán y Hezbolá despliegan su arsenal bélico, mientras el ejército libanés busca desesperadamente su papel en este conflicto.
La implicación activa de la Escuela Besançon-Baabda de las Hermanas de la Caridad
En las escuelas, además de tener que protegerse de los bombardeos, se vive en un estado de trauma, ansiedad y estrés, agravado por diversos factores, entre ellos la incertidumbre sobre la continuidad del curso escolar y la precaria situación económica.
En este difícil contexto, la presencia de un mínimo de apoyo y seguridad para padres y alumnos es de vital importancia. Por ello, la Escuela Besançon-Baabda de las Hermanas de la Caridad envió en primer lugar un documento a todos los padres de los alumnos, pidiéndoles que respondieran a un cuestionario detallado sobre su situación y sus necesidades, especialmente de aquellos que tuvieron que abandonar rápidamente sus hogares para llegar a zonas más seguras y que, por tanto, necesitan apoyo: medicamentos, colchones, alimentos, productos de higiene y apoyo psicológico. Así, se creó un comité de diez miembros (dirección, antiguos alumnos, scouts y equipo multidisciplinar) para desarrollar una estrategia que permitiera cubrir las necesidades básicas de las familias.
«El poder está solo, la gente está unida».
Con este espíritu, la escuela decidió lanzar un llamamiento a los padres de los alumnos y antiguos alumnos de la escuela: «Uniendo nuestras fuerzas, podemos crear una red de solidaridad capaz de responder a las necesidades esenciales de las personas afectadas por esta crisis. Cada gesto cuenta, ya sea un donativo o una simple palabra de consuelo. Juntos, podemos marcar la diferencia y demostrar que, ante la adversidad, la comunidad educativa permanece unida y comprometida».