En comunión con todas las comunidades, dos celebraciones solemnes iluminaron estos dos días, durante los cuales la Iglesia nos hace recordar a los Santos y a los Difuntos, con la luz del Paraíso.

Las primeras Vísperas de la fiesta de Todos los Santos se abrieron con una solemne procesión de las reliquias de los Santos, que nos muestran el camino y nos acompañan en nuestro caminar: san Vicente, santa Juana Antida, san Agustín, la beata Nemesia y la beata Enrichetta. En la vida y en la muerte, estos santos de la caridad acogieron el amor de Dios, su misericordia, su gracia, siguieron a Cristo con todas sus fuerzas, lo buscaron, lo encontraron y lo sirvieron en los pobres, se dejaron transformar por la acción modeladora del Espíritu Santo.

Durante los Laudes de la Conmemoración de los Difuntos, se recordó una a una a todas nuestras queridas Hermanas que nos dejaron durante este año. La luz de sus vidas de consagración a Dios, de amor a la Iglesia, de entrega a los hermanos, de pertenencia fiel y laboriosa a nuestra Familia Religiosa brilla en el corazón de cada uno de nosotros y alimenta la Llama de la Caridad.

Primeras Vísperas de la fiesta de Todos los Santos

Conmemoración de nuestras queridas Hermanas difuntas