1825 – El Jubileo en la Plaza de San Pedro

Con ocasión del recuerdo de la canonización de la Madre Thouret -14 de enero de 1934 -, que este año cae durante el Jubileo de la Esperanza, queremos recordar que la Fundadora participó también en las solemnes celebraciones del Jubileo de 1825 en Nápoles.

Iniciado por León XII, fue el único Jubileo del siglo XIX celebrado en libertad y con toda solemnidad.

Fiel al nombre que había elegido, símbolo de valentía, León XII despejó las dudas de la Curia vaticana, preocupada por la seguridad de los peregrinos y el presupuesto del Estado Pontificio, empobrecido por la reciente dominación napoleónica: «Hemos publicado el Jubileo y el Jubileo se abrirá. Ahora ha sonado la santa trompeta: las naciones cristianas están convocadas: cumpliremos con nuestro deber, sin temer ningún peligro. Se dirá lo que se dirá: el Jubileo está por hacer».

En la Navidad de 1825, León XII quiso extender el perdón jubilar a todas las diócesis, para el año 1826

La Madre Thouret quiso participar en ello con fervor.

Nápoles – La procesión en la Plaza de Santo Domingo

Por el testimonio de la hermana Fébronie Thouret, su sobrina, sabemos que deseaba hacer una confesión general, participar en las procesiones jubilares y someterse a penitencias para obtener la indulgencia plenaria:

«Será sin duda la última oportunidad para mí de encontrarme con la divina misericordia

y aceptar su perdón.

Y para perdonar a todos los que me han hecho sufrir».

La Madre Thouret pidió que la acompañaran en la grandiosa procesión de mujeres solas que recorrió las calles de Nápoles, deteniéndose en las distintas iglesias para invocar el santo perdón: «Delante una gran cruz, detrás solteronas de buenas costumbres, terciarias alcantarinas, monjas dominicas, monjas carmelitas, oblatas, directoras de internados, chicas de internado, jóvenes reclusas, expósitos, huérfanas…», un reguero de mujeres que cantaban y rezaban.

La Fundadora se sintió mal durante la procesión jubilar y tuvo que ser llevada a casa.

En este comienzo del Jubileo 2025, queremos verla, con su salud ya muy comprometida, uniéndose al pueblo de Dios para caminar juntos, cantar, rezar, pedir perdón y encontrar la fuerza para perdonar.

«Con el corazón agradecido al Señor – de la Circular de la Superiora General del 1 de enero de 2025  – conmemoraremos la Canonización de nuestra Fundadora Juana Antida Thouret.

San Agustín, hablando de los santos, recuerda a los fieles que la gloria más bella y sincera que se les puede rendir es imitarlos.

Los verdaderos glorificadores de los Santos son sus imitadores. Podemos decir, por tanto, que la Canonización de la Santa Madre es para todas nosotras un deber para con Dios, una obligación de gratitud de nosotras sus hijas para con Dios dador de todo bien, un compromiso por nuestra parte con un testimonio concreto que se expresa en la fidelidad a Dios en el servicio a los pobres (madre Maria Rosa M.).

En este comienzo del Jubileo 2025, queremos verla, con su salud ya muy comprometida, uniéndose al pueblo de Dios para caminar juntos, cantar, rezar, pedir perdón y encontrar la fuerza para perdonar.