La Jornada Mundial de la Vida Consagrada se celebra en todas las diócesis del mundo, el 2 de febrero, con una fiesta, a menudo en la catedral: se recuerdan con gratitud los aniversarios de consagración de los religiosos y religiosas de la diócesis. Durante la Santa Misa de la Presentación de Jesús en el Templo, los religiosos y religiosas renuevan sus promesas bautismales y sus votos evangélicos.
En la madre de todas las iglesias, la Basílica de San Pedro, la celebración presidida por el Papa Francisco será a las 17.30 horas.
Para subrayar el valor del testimonio, para interrogarse sobre el sentido de la propia vocación, más sencillamente para decir «gracias». El 2 de febrero de cada año, la Iglesia celebra a los consagrados y consagradas y ese «sí» a la llamada de Dios que les ha llevado a todos los rincones del planeta, guiados por la docilidad a la imaginación del Espíritu.
La fecha coincide con la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, icono, escribió Juan Pablo II que la decidió, «de la donación total de la vida» por parte de quienes están llamados a reproducir «a través de los consejos evangélicos, los rasgos característicos de Jesús virgen, pobre y obediente».