Este domingo 7 de abril se celebra en todo el mundo “el día de la salud” y nos da la oportunidad de reflexionar sobre este derecho y también la obligación que tenemos de colaborar para crear las condiciones que permitan una vida de calidad para todos.
Uno de los elementos que más afectan la salud de las personas, es sin duda, la escasez de agua potable.
- Hoy, Cada minuto un niño muere de diarrea y unos 400 millones de niños faltan a la escuela cada año debido a enfermedades relacionadas con el agua, además es la principal causa de muerte durante el parto
- Más de 140 millones de personas podrían convertirse pronto en «migrantes climáticos», debido a las inundaciones, las sequías y la escasez de agua.
- En 2025, alrededor de la mitad de la población mundial podría vivir en zonas afectadas por la escasez de agua.
- En 2040, uno de cada cuatro niños vivirá en zonas con grave escasez de agua.
Para aquellos que no enfrentan regularmente la escasez de agua, resulta difícil saber lo que esto significa y creer que este recurso pueda llegar a agotarse. Al fin y al cabo, ¡la Tierra está cubierta de agua!, sin tomar consciencia que solo el 0,3 % está disponible para beberse.
Les compartimos una experiencia que puede graficar “como todo se relaciona con todo”, como dice el Papa Francisco, y los pasos dados para revertir esta situación.
La pequeña comunidad de Cristo Rey, Natalio, Itapuá, Paraguay está formada por 327 personas y ubicada sobre el acuífero guaraní, a la vera del rio Paraná y es cruzada por varios arroyos que desembocan en el rio. En apariencia hay mucha agua.
Hasta mitad del año 2023 las familias obtenían el agua para su consumo de pequeños pozos, de agua de lluvia, o de los arroyos, siendo las niñas y las mujeres las que mayoritariamente la acarreaban. Muchas de ellas sufrían enfermedades de la piel y gástricas, como así también se registraban muchos casos de diarrea, parásitos y dificultades respiratorias. Y nos preguntamos porque.
Varias fueron las respuestas. Entre ellas, esta zona, que antiguamente estaba cubierta de bosques, está siendo desforestada para la explotación de la madera y la plantación extensiva de soja. Cada lluvia erosiona el suelo y acarrea hasta los arroyos restos de agro tóxicos que van generando como una patina grasosa sobre la superficie, que era necesario retirar para poder tomar el agua, afectando la piel de quienes lo tocaban o llevándola sin querer a la boca.
Se pensó entonces en perforar un pozo comunitario con la ayuda de algunas organizaciones y construir solidariamente la red de distribución. La tarea no resulto fácil: el agua que se encontraba más en superficie estaba contaminada, la desforestación hizo que las napas acuíferas ganaran profundidad, obligando a cavar más profundo, y la tierra más dura por su sequedad.
Finalmente, el 15 de Agosto, el agua llego a la canilla de cada casa trayendo alegría y bienestar. En los seis meses que han pasado, disminuyeron el 75% las enfermedades antes mencionadas según la estadística del centro de salud y esperan que siga revirtiendo en la medida que los cuerpos vayan eliminando la contaminación acumulada.
La comunidad ha tomado consciencia de que Su conservación no debe verse sólo como un movimiento proactivo para el futuro, sino como una parte necesaria de la vida actual. Cuando se hace del agua una prioridad, se hace de la vida de las personas una prioridad.
Agua de calidad es un derecho pero también una obligación de cuidado y preservación: no derrochar, disminuir los agrotoxicos, reforestar las vertientes es una tarea para hoy y mañana.
Colaboración Lic Fatima Pereira
Conscientes de este derecho, las Hermanas de la Caridad se han implicado en la construcción de pozos en distintas partes del mundo: la salud es un derecho de todos.