ETIOPÍA – Alarma entre los trabajadores humanitarios por el riesgo de que el conflicto en Tigray pueda extenderse a todo el Cuerno de África
En Tigray podría producirse una grave situación humanitaria. Los combates que estallaron el 4 de noviembre entre las tropas del ejército federal etíope y las milicias del Tplf, el partido en el poder en Macallè, ya han causado cientos de víctimas y han obligado al menos a 27.000 civiles a huir de sus hogares para buscar protección en Sudán. A estos se suman más de 100.000 etíopes ya desplazados dentro del país y 96.000 refugiados eritreos que viven en cuatro campos en el Tigray.
“Pase lo que pase, deberían habilitar un corredor humanitario seguro para hacer llegar el material de los trabajadores humanitarios para los refugiados”, indica Andre Atsu, director regional del Servicio Jesuita a Refugiados en África Oriental. Los combates están frenando la llegada de ayuda humanitaria, incluidos alimentos y medicinas”. Atsu explica que los trabajadores humanitarios y los refugiados se están viendo muy afectados por los combates, que han provocado el cierre de carreteras clave y una grave escasez de combustible. Se ha cortado la electricidad, internet y las líneas telefónicas y se han suspendido los servicios bancarios. “Algunos miembros de nuestro personal no son nativos de Tigray y tememos por su seguridad si la situación se deteriora hasta convertirse en un conflicto étnico”, teme Atsu.
“Ha habido bombardeos, atentados y en algunas partes de la región incluso se habla de masacres contra la población. No está confirmado, pero se teme que cientos de personas hayan perdido la vida en los enfrentamientos. Todo esto no puede reducirse a una simple cuestión de administración ordinaria o una operación policial interna. Cuando comienzas a bombardear con aviones y comienzas a lanzar misiles, -no solo hacia Eritrea, sino también hacia regiones y ciudades, como Gondar y Bahr Dar, en la zona central del país-, se corre el riesgo de extender el conflicto con resultados realmente impredecibles. Los efectos de estas primeras semanas de guerra lo demuestran: no solo hay cientos de víctimas, también miles de civiles que han huido a Sudán”, explica el padre Mussie Zerai, un sacerdote eritreo de la eparquía de Asmara.
Los obispos católicos de África Oriental también temen que el conflicto pueda causar más muertes, desplazamientos y destrucción si no se toman medidas urgentes. “Incluso si creemos que todavía hay esperanza de que este conflicto se pueda resolver de forma pacífica y evitar que se convierta en una guerra civil, somos conscientes de que solo puede suceder si hay voluntad política para las negociaciones”, escribe monseñor Charles Kasonde, presidente de la Asociación de Conferencias Episcopales de África Oriental, en una carta dirigida a la Iglesia etíope en la que expresa su solidaridad.
«Este conflicto no era realmente necesario en una región ya atormentada que ha pagado un precio muy alto por las guerras del pasado y que también sufre un problema climático. Por ejemplo, la reciente plaga de langostas que ha devastado cultivos en toda la parte norte del país. Cuando los problemas se acumulan, se corre el riesgo de dejar de centrarse en el crecimiento y el desarrollo y en la paz y la cohesión social, cuestiones en las que se había comenzado a trabajar con mucho esfuerzo. También hay que recordar que, en el norte, en la región de Tigray, viven noventa mil refugiados eritreos que en estos momentos corren el riesgo de encontrarse entre dos fuegos, sin forma de huir, si, como se temía, Sudán cierra sus fronteras. El riesgo humanitario es muy alto. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional, y especialmente a las Naciones Unidas, para que intervengan enérgicamente con el fin de llevar a las partes en conflicto a una mesa para encontrar una solución pacífica sin más derramamiento de sangre en una región de África que ya ha pagado un precio muy alto”, concluye abba Mussie.
(E.C.) (Agencia Fides 18/11/2020)