Mi experiencia en la escuela Sant’Antida de Vercelli ha sido un capítulo fundamental de mi vida, caracterizado por recuerdos imborrables que aún hoy llevo conmigo.
Mi historia familiar está estrechamente ligada a esta escuela, ya que primero fue mi hermana mayor Matilde la que comenzó su formación allí, luego me tocó a mí y finalmente a mi hermano Pietro. Incluso hoy en día, el vínculo con la escuela Sant’Antida sigue siendo fuerte, ya que mi madre Anna trabaja allí.
Cada año, desde el jardín de infancia, ha estado marcado por momentos y tradiciones que han hecho que nuestro camino escolar esté lleno de experiencias inolvidables.

Además de los momentos de recogimiento y los actos festivos, entre los eventos que más recuerdo con cariño están las Sant’Antiadi, una verdadera celebración de nuestra identidad escolar, que nos reunía a todos en un ambiente festivo y comunitario.
La fiesta de la castaña en otoño, que se celebraba en el Monasterio de Santa Margherita en Vercelli, también era uno de los momentos más esperados del año.
La tómbola de Navidad, además, representaba otra ocasión de juego y convivencia que unía a profesores, padres y alumnos en una gran familia.
Al igual que las representaciones de Navidad y de fin de año, siempre eran eventos preparados con gran dedicación y expectación. La calidez y la emoción de esos momentos permanecen entre los recuerdos más preciados de mi infancia.
Cada ocasión de este tipo constituía una cita que marcaba el ritmo de nuestro año escolar y contribuía a forjar nuestro sentido de pertenencia.
Además de los eventos festivos y las excursiones educativas, la escuela Sant’Antida fue el lugar donde recibí enseñanzas que forjaron mi carácter y mi visión del mundo.
Los valores de respeto, solidaridad, responsabilidad y comunidad que nos transmitieron con gran dedicación siguen siendo hoy en día principios fundamentales que guían mis decisiones y mi forma de relacionarme con los demás.
Estos recuerdos, que llevo en el corazón, seguirán inspirándome toda mi vida.
Filippo Gianella
