«Un día de caminata en fraternidad»: la Hna Maria Rita participó en una caminata grupal organizada por la Pastoral de Migrantes de la diócesis de Niza con motivo de la Cuaresma 2025.

Y quiso compartir su experiencia de «caminar juntos en la esperanza»:

«Una voluntaria del Fourneau Economique de Niza, donde trabaja nuestra comunidad, me dijo que era posible caminar, el domingo 2 de marzo, por los alrededores de la región de los Alpes Marítimos, con un grupo organizado por la Pastoral de Migrantes de la Diócesis. ¡Qué buena oportunidad para unir el deseo de caminar y descubrir la belleza de la naturaleza y de los habitantes de estos lugares!

De hecho, éramos 25 personas, de entre 8 y 83 años, procedentes de entornos muy diferentes: miembros del equipo de la Pastoral de Migrantes de Costa de Marfil, solicitantes de asilo del Congo y Sudán del Sur, parejas de acogida y amigos. Y el grupo esta vez era muy reducido, ya que ese día comenzaba el Ramadán y muchos no pudieron participar.

Para facilitar la entrada en el grupo a nuestra llegada al lugar de la cita, a pocos kilómetros de Niza, un pequeño café acogedor permite conocer a los recién llegados e intercambiar cuatro palabras con los habituales. La fraternidad es evidente en las sonrisas, en los saludos de bienvenida y en la acogida atenta a cada uno.

Empezamos, pues, una excursión por el bosque, fácil y accesible para todos, iluminada por una tímida luz solar que, sin embargo, despeja el cielo de las nubes anteriores y promete ofrecernos una magnífica panorámica a medida que ganamos altura.

Al llegar a una amplia explanada, se nos invita a descansar y, sobre todo, a conocernos por nuestro nombre y país de origen, para favorecer el conocimiento entre todos. «… Hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y violencia, en busca de una vida mejor para sí mismos y para sus seres queridos» (1), nos recuerda el Papa Francisco en su homilía de Cuaresma.

Y, justo después de las palabras y detrás de las palabras pronunciadas, se manifiestan sufrimientos ocultos, caminos de vida inesperados, violencias «increíbles», confianza que se estrecha, sueños revelados, esperanzas que crecen porque el encuentro hecho de escucha, respeto, solidaridad… En una palabra: de amor profundo, gratuito e incondicional, ayuda a confiar, a seguir adelante y a caminar en la vida.

Luego retomamos el camino con, en nuestros corazones, el eco de estas vidas fragmentadas, rotas, pero que, compartidas en mayor medida, se reconstruyen poco a poco, paso a paso.

Y la excursión continúa y alcanza su punto culminante en la comida compartida, donde nos damos el placer de degustar un pequeño plato de lo que cada uno ha traído para comer o beber… y la convivencia continúa a través del intercambio con las familias anfitrionas: sus dificultades, sus dudas, sus alegrías y descubrimientos, la necesidad, para ellas, de ser acompañadas, con el apoyo de la Pastoral de Migrantes.

Pero hay que pensar en la vuelta, así que hay que levantarse, abrir el círculo que nos ha reunido para comer, escuchar y compartir y ponernos en camino por otro sendero que nos lleva cerca de una granja educativa donde se crían cabras, ovejas, burros y caballos. Admiramos la belleza de la Creación y la capacidad de los hombres que cuidan de estos lugares respetando la Naturaleza. Esta etapa también es apreciada por los caminantes: ¡pequeños y… grandes!

El Papa Francisco, en este año jubilar, nos ha entregado una hermosa mensaje para la Cuaresma titulado «Caminar juntos en la esperanza» y en este camino fraternal he conocido a hombres y mujeres en busca de una vida mejor y también de una humanidad que quiere creer que la bondad y la alegría todavía tienen un lugar en nuestro mundo a veces tan poco generoso de esperanza.

Hermana Maria Rita Siboni

Comunidad de Niza