«Cercanía, compasión, ternura: Queridas Hermanas, al volver a proponerles lo que el Santo Padre nos ha dicho, quisiera invitar a cada Hermana de la Caridad, en cualquier realidad territorial en la que viva, a celebrar este Año Santo de la Esperanza con estas tres actitudes: cercanía, compasión, ternura». Así escribe la Superiora General, Madre María Rosa, en su Circular con ocasión del inicio del Año Jubilar 2025, haciéndose eco del Discurso del Papa Francisco al final del Capítulo General 2021.
«Hermanas, encendamos en nuestros corazones y, por qué no, también en nuestras Capillas, tres lámparas que ardan durante este Año Santo para recordarnos el compromiso que hemos adquirido como Congregación de vivir como «peregrinas de la Esperanza», llevando la luz de la «cercanía, de la compasión, y de la ternura».
Esto nos ayudará a caminar juntas como Familia-Congregación y a ser presencia viva en la Iglesia según nuestro Carisma.
Al comienzo de un nuevo año, de un Año Jubilar, «¡Qué importante es que aprovechemos bien el tiempo!» decía la Santa Madre a sus hijas en la Circular del 30 de diciembre de 1808. Hagamos tesoro de esta exhortación suya y acojamos este Año Jubilar como un acontecimiento de gran relevancia espiritual, eclesial, social y congregacional.
Pongámonos en camino como «peregrinas» tras las huellas de Jesús; un camino, marcado por la predicación del Reino de misericordia, por la escucha compasiva de los que sufren, por las horas de oración robadas a la noche, por la alegría desbordante del Espíritu, por el anuncio audaz: «¡Bienaventurados los pobres, bienaventurados los afligidos!».
Con la Encarnación todo pasa a ser sagrado, lugar digno de Dios: el templo, pero también la calle, el hospital, el hambre, la marginación, la cárcel.
El Padre Frei Betto escribió: «Lo buscamos en el templo, está en el establo; lo buscamos entre los sacerdotes, está entre los pecadores; lo buscamos libre, está en la prisión; lo buscamos vestido de gloria, está en la cruz cubierto de sangre. Está sentado en los escalones de nuestros umbrales, esperando un trozo de pan».
Jesús se hizo hombre, eligió un camino que cambió nuestra manera de pensar en Dios y de encontrarnos con Él, porque hizo del camino, con sus personajes difíciles, sus exigencias y sus tiempos,
un lugar teológico.
Y desde entonces, ¡el camino de la Iglesia es la Iglesia del camino!
Queridas Hermanas, con pasos decididos, sigamos juntas como Familia-Congregación amando a Dios y sirviéndolo en los pobres: que la fuerza de la esperanza hecha de «cercanía, compasión, ternura» llene nuestro presente.
De la Circular nº 47 de la Superiora General, Madre María Rosa
Roma, 1 de enero de 2025