Un compromiso sin tregua con la evangelización y la promoción humana, con la protección de la dignidad intangible de todo ser humano, en los países a los que la llamada de Cristo y la misión de la Iglesia les han enviado: «La misión es ir y anunciar el Evangelio. Todo lo que hacemos es para hacerlo posible».
«Es el Evangelio el que nos guía y la tarea de las Obras Misionales Pontificias es sensibilizar para la misión y, al mismo tiempo, recoger los frutos espirituales y los sacrificios económicos para luego redistribuirlos según las necesidades de las Iglesias locales», explica monseñor Nappa, presidente de las Obras Misionales Pontificias.
Este es también el denominador común de las tres personas que el 19 de octubre recibieron en Brescia el Premio Cuore Amico 2024, con su especial atención a los niños y jóvenes más pobres y frágiles.
Entre ellos estaba la Hermana Elvira Tutolo, Hermana de la Caridad. Junto a ella, el premio recayó en el padre Giovanni Gentilin, misionero canosiano que, desde 1989 entre las chabolas de la periferia de Manila, ha ayudado a miles de niños y jóvenes a romper las cadenas de la pobreza a través de la educación y la cultura. Y nunca en solitario, sino promoviendo el instrumento de la ayuda a distancia.
La tercera galardonada fue la laica Marilena Valvano, campesina entre los campesinos de Venezuela desde 1993, donde no sólo ha trabajado en la alfabetización y la asistencia sanitaria y agrícola, sino que, para dar una nueva esperanza a los niños de las zonas rurales, ha creado una escuela de música que ahora es reconocida en todo el país.
El obispo de Brescia, Pierantonio Tremolada, también intervino en la ceremonia de entrega del premio: «Cuore amico debe contarse entre las realidades más significativas de nuestra diócesis y de nuestro territorio -dijo-. Encontramos aquí una verdadera expresión de esa vocación misionera que la Iglesia está llamada a testimoniar».