Patriarca maronita: Líbano, nación ‘mensaje’, corre el riesgo de desaparecer
«Construcción de un Estado civil y democrático, descentralización administrativa estructurada orientada al desarrollo, aplicación de la Constitución y del Documento de Entendimiento Nacional (Acuerdo de Taëf de 1989) respetando el espíritu y la letra del mismo». Estos son los tres grandes pilares del Líbano del futuro para el patriarca maronita Cardenal Beshara Raï, tal como se desprende del comunicado final del Santo Sínodo de la Iglesia Maronita, que tuvo lugar entre el 26 y el 31 de octubre pasados. Un proyecto cuyo objetivo es «evitar por todos los medios que un partido interno obtenga su fuerza de una potencia extranjera con el propósito de implementar un programa y políticas incompatibles con los intereses y la soberanía del Líbano».
Al mismo tiempo, el Sínodo anunció la elección de dos nuevos obispos, que suceden a otros que ya alcanzaron el límite de edad. Ellos son Youssef Souief, obispo maronita de Chipre, que es trasladado al obispado de Trípoli en lugar de Mons. Georges Aboujaoudé. Y Charbel Abdallah, que sucede a Mons. Chekrallah Nabil Hague al frente de la diócesis de Tiro. No se hizo mención de la diócesis de Antelias, como se esperaba al principio, tras la muerte de Mons. Camille Zeidan. Una decisión que sugiere que, en este caso, todavía requiere consultas. Tampoco se hizo referencia a la diócesis de Chipre que el nombramiento de Mons. Soueif en Trípoli deja por el momento vacante.
El Sínodo examinó también los puntos del orden del día en la agenda de trabajo: la reforma litúrgica, la formación de los sacerdotes, el trabajo de los tribunales eclesiásticos, la situación de las diócesis maronitas en el Líbano y en el mundo, la pastoral social y los servicios de caridad, y las escuelas privadas católicas. En cuanto a las diócesis de la diáspora, los obispos plantearon la necesidad de sacerdotes en Colombia, Perú y Ecuador, así como ayuda para la construcción de infraestructuras en estos países. Luego dieron la bienvenida con alegría a la inauguración, programada para 2021, de un seminario maronita en Sydney, Australia, que estará al servicio de Oceanía, una zona del mundo donde la presencia de los maronitas se expande constantemente.
En el plano social, se expusieron los resultados: adjudicación de 5.000 becas a estudiantes necesitados, 25.000 raciones de alimentos mensuales, 5.000 ayudas en medicamentos y suministros hospitalarios, participación en la reconstrucción de 3.000 viviendas en las zonas devastadas por la doble explosión del 4 de agosto. También la capacitación garantizada a cientos de jóvenes en los sectores agrario y profesional.
En su homilía dominical del 1 de noviembre, el patriarca retomó los principales temas que defiende desde el mes de julio. En primer lugar, la «neutralidad activa» del Líbano, de la que ya había hablado el día anterior en la homilía de la misa de clausura de los trabajos del Sínodo. En la celebración había denunciado enérgicamente los crímenes cometidos en Francia por extremistas islámicos, afirmando que, a la sombra de una neutralidad bien entendida, esperaba que el Líbano pudiera seguir siendo un puente entre Oriente y Occidente.
El titular de la Iglesia maronita dijo por último: “Nos encontramos hoy ante un momento histórico, que es la formación de un nuevo gobierno. La clase política debe reconocer que hasta ahora no ha sido capaz de representar plenamente a sus ciudadanos y ganar su confianza en la gestión del país. Debe dar paso, al menos temporalmente y en interés del Estado, a una estructura de gobierno cohesionada y solidaria, que pueda poner en pie a la nación».
“Planes regionales secretos”
En el plano geopolítico, el patriarca maronita advirtió sobre una reconfiguración de Oriente Medio que el Líbano podría pagar muy caro. Al respecto, destacó que “existen planes regionales e internacionales secretos y objetivos desconocidos, que se ponen en práctica día tras día y año tras año, de forma progresiva y por etapas, independientemente de los regímenes existentes y la voluntad de los pueblos. Es por eso que renovamos nuestra fe en la entidad independiente del Líbano y en sus fronteras reconocidas internacionalmente, y en la unidad de su pueblo en el marco de una asociación fundada sobre el pilar del pluralismo descentralizado, en la lealtad absoluta al Líbano, dentro de los límites de un régimen democrático que respete las libertades y los valores espirituales, nacionales y humanos. Nuestra Iglesia considera que la preservación de la identidad libanesa merece todos los sacrificios […]. Y es por eso que, anticipando todos los peligros, hemos propuesto la neutralidad activa como un paraguas destinado a proteger al Líbano en estos tiempos difíciles. El valor del Líbano consiste en la conciliación entre esta neutralidad, por un lado, y la conservación de su presencia activa y duradera en los vínculos entre el Líbano y el mundo. La necesidad de preservar su autonomía se comprende considerando que el histórico Monte Líbano ya existía, cuando todavía no había entidades ni estados independientes, en el diálogo entre Oriente y Occidente. Algo tanto más necesario en estos días”.
“Elementos islamistas radicales”
Volviendo al tema de la publicación en Francia de las caricaturas del Profeta en el semanario Charlie Hebdo y de los actos criminales cometidos por extremistas islámicos que siguieron, en particular el asalto con cuchillo que cobró tres víctimas el 29 de octubre en Niza, el patriarca declaró: “La Iglesia maronita lanza un llamamiento orientado a fortalecer las relaciones islámico-cristianas en el mundo y alejar las posibilidades de enfrentamientos entre las religiones. También y sobre todo considerando los pasos que ya se han dado en una perspectiva de diálogo tras la publicación del ‘Documento sobre la fraternidad humana’ en Abu Dhabi el 5 de febrero de 2019 (firmado por el Papa Francisco y el imán de Al-Azhar)».
«Nuestra Iglesia condena con firmeza el ataque a los símbolos religiosos y la reedición de caricaturas ofensivas, bajo el manto de la libertad y la laicidad. Pero la Iglesia condena al mismo tiempo, y con igual fuerza, la decapitación cometida por extremistas islámicos de un maestro delante de su escuela y de tres creyentes en una iglesia de Niza. Estos actos no tienen ninguna justificación humana o religiosa y constituyen una gran ofensa a Dios, único dueño de la vida y de la muerte. Nosotros presentamos a Francia nuestro más sentido pésame y esperamos que el embajador en el Líbano pueda transmitirlas al presidente de la República de Francia, al gobierno y a las familias de las víctimas, y rezamos por el respeto mutuo entre las religiones, la preservación de las sanas relaciones y el fortalecimiento del diálogo de vida y del diálogo cultural entre cristianos y musulmanes”.
Al comentar la invitación del patriarca a la cautela contra los «planes secretos» para la región, una fuente cercana al patriarcado dijo que el jefe de la Iglesia maronita se basa en las advertencias que hicieron el presidente francés Emmanuel Macron y su canciller Jean -Yves Le Drian. Este último también puso en guardia contra «la desaparición del Líbano», mientras que el presidente Macron advertía sobre el peligro de una «guerra civil» si continuaba la actual decadencia económica, financiera y política. Según la citada fuente, el patriarca teme una implosión del Líbano, en la que la «lógica comunitaria» acabaría ocupando el lugar que dejó vacío «un estado en descomposición», para utilizar una idea que desarrolló en su libro «Revolución y estado de violencia, Oriente Medio 2011-2015” Hamilton Bozarslan, especialista en economía y ciencias políticas del EHESS, de París. Para el patriarca, esa posibilidad significaría la muerte, no solo del Líbano en un sentido físico, sino también de ese Líbano «modelo de libertad y pluralismo para Oriente y Occidente» del que habló el Papa Juan Pablo II cuando afirmó que era “más que un país, un mensaje”.
Esta interpretación se confirma, indirectamente, por una idea que desarrolló en agosto pasado el presidente Macron ante la asociación de prensa presidencial en París. Para el jefe de Estado francés, el Líbano «puede ser una de las últimas formas existentes de lo que creemos que podría ser la región: nos referimos a la coexistencia más pacífica posible entre religiones […], un modelo pluralista basado en la educación, en la cultura, en la capacidad de comerciar en paz”. Estos propósitos adquieren hoy una nueva fuerza, con la tensión que suscita la publicación del semanario satírico Charlie Hebdo, en París, de las caricaturas del profeta del Islam, y la serie de asesinatos perpetrados, en represalia, por fanáticos. extremistas islámicos.
Para Karim Bitar, director del Instituto de Ciencias Políticas de la USJ, «las declaraciones francesas, aunque puedan parecer alarmistas, revelan una cierta preocupación muy sincera por el futuro del Líbano». «A diferencia de los individuos, las naciones nunca mueren», agrega el analista. Por tanto, no es la desaparición física del Líbano lo que está en juego hoy. Lo que está en juego, y eso mes mucho más grave, es que el Líbano termine perdiendo su propia alma y su propia vocación histórica si surgen nuevos elementos de incertidumbre, la crisis se repite indefinidamente y el Líbano retrocede a la época de los guetos entre comunidades. Existe el riesgo de perder el “Líbano mensaje” de Juan Pablo II y eso sería mucho más inquietante que la desaparición física del país”.