In occasione della Giornata Mondiale degli insegnanti, 5 ottobre di ogni anno, ascoltiamo dalla viva voce di Lourdes Melki, insegnante libanese, le sfide, le preoccupazioni, i sogni dei una insegnante appassionata.
«Soy profesora…
Levantarme antes del amanecer, comprobar por enésima vez que no falta nada en mi «arsenal» escolar, llegar mucho antes que los alumnos a clase, tener una sonrisa radiante en los labios cuando invaden el aula con los ojos aún hinchados y reprochándome haber interrumpido su sueño matutino, aceptar el parloteo que se produce durante la explicación, porque en realidad no son más que intercambios, historias que no hemos tenido tiempo de terminar antes del timbre, convertirme en animadora y actriz cuando el aburrimiento, ese enemigo insoportable, aparece y trastorna todo lo que había planeado, y sobre todo evitar sentarme ni un momento: este momento de respiro es en realidad una rendición.
De vuelta a casa, corrigiendo, repasando de nuevo los preparativos para añadir comentarios y observaciones, sumergiéndome en correcciones interminables que me dan ganas de arrancarme los pelos o que me dejan estupefacta: ¿de dónde sacan estas tonterías? Han escuchado siquiera una sola palabra de lo que he repetido tantas veces? Dudo de mí misma, de mis capacidades. Me digo a mí mismo que pertenezco a otra generación y que tengo que estar al día. Así que navego por la red sin descanso, dejándome llevar por todas las olas que me ofrece, porque tengo que entenderles, tengo que adivinar sus deseos, anticiparme a sus anhelos si quiero tener éxito yo también, porque ¿cómo voy a pedirles a mis alumnos que tengan éxito si yo fracaso?
Según el diccionario, ser profesor significa dar ejemplo, mostrar el camino, ayudar a desarrollar o perfeccionar conocimientos, cualidades, aptitudes y actitudes. Dar ejemplo, ¿no es ya una responsabilidad enorme? Porque no se trata sólo de comunicar información -¡eso es todo lo que se necesita para estar conectado! No, ¡se trata de comunicar una forma de ser, de pensar, de razonar, de vivir! Enseñar a los jóvenes, por ejemplo, a no aburrirse, a respetar a todas las criaturas, a comprender y aceptar las diferencias, a seguir siendo positivos sean cuales sean las circunstancias, a esforzarse por superarse y no por la perogrullada.
En Líbano, además de los retos ordinarios a los que se enfrentan los docentes de todo el mundo, los profesores tienen que enfrentarse a las injusticias que han sufrido como consecuencia de la crisis económica. Los precios se disparan, las necesidades aumentan y los salarios no alcanzan para pagar la mitad (o debería decir la cuarta parte) de las facturas que tienen que pagar. ¿Cómo, en estas condiciones, se puede comprar un libro para aprender algo nuevo, material para realizar proyectos u organizar salidas culturales para que la enseñanza deje de ser teoría y aburrimiento? Es precisamente en estas condiciones deplorables cuando debemos negarnos a rendirnos, y hacer todo lo posible por seguir siendo creativos, apasionados y apasionantes, como lo fuimos el primer día que fuimos a la escuela, creyendo que podíamos cambiar el mundo inculcando a nuestros jóvenes el gusto por la Belleza, la Bondad y la Verdad».
Lourdes Melki Akl