Como Hermanas de la Caridad, unimos nuestra voz a la de todos aquellos -asociaciones, ONG, organismos e instituciones públicas y privadas- que están declarando inaceptable lo que está ocurriendo en el Mare Nostrum: tenemos la oportunidad de salvar vidas, de acoger a jóvenes y familias que huyen de sus tierras y, consciente y culpablemente, no lo hacemos.
Hombres, mujeres y niños están pagando con sus vidas lo que se les debería garantizar mediante corredores seguros de entrada en Europa. Esto es intolerable.
Urge una reflexión honesta sobre el valor de la vida, de cualquier vida, sea cual sea su origen geográfico.
Ayer, 9 de agosto, se produjo el último naufragio de una embarcación que partió de Túnez en el canal de Sicilia. Se informa de la muerte de más de 40 personas, entre ellas tres niños.
Save The Children denuncia: «se teme que más de 2.000 personas hayan muerto o desaparecido intentando cruzar el Mediterráneo desde principios de 2023». «Esto es inaceptable y, en su mayor parte, evitable», escriben. «Italia y Europa asumen la responsabilidad de crear un sistema coordinado y estructurado de búsqueda y rescate en el mar para salvar la vida de las personas y abrir vías de entrada seguras y legales».
El Papa Francisco, durante el vuelo de Lisboa de regreso a Roma, anunció que irá a Marsella en septiembre para un encuentro sobre el Mediterráneo: «es un problema que me preocupa». «La explotación de los migrantes es criminal», subrayó, volviendo a hablar de los «lagers del norte de África». «El Mediterráneo es un cementerio, pero el mayor cementerio es el norte de África».