Hoy de nuevo damos voz, a través del testimonio de Jessica, a la Misión Juvenil Vocacional de Amigos de AJA de Fernando della Mora: ”Lecciones de humildad y servicio”.
“Al final de nuestra misión, me sentí profundamente tocado por todo lo vivido. Los días en María Antonia y Carapeguá me enseñaron sobre la importancia de la humildad, el servicio y la cercanía a los más vulnerables.
Las Hermanas de la Caridad no solo son evangelizadoras de la palabra, sino también ejemplos de vida cristiana, dispuestas a sacrificarse por el bien de los demás.
Además, la gente de estos pueblos, con su sonrisa sencilla y su fe inquebrantable, nos recordó que el verdadero propósito de nuestra misión era el de crecer juntos, fortalecer nuestra fe y vivir el Evangelio de manera tangible. La belleza de este viaje no solo estuvo en las enseñanzas que compartimos, sino en todo lo que recibimos: la gratitud, el amor y la cercanía de una comunidad que vive en la alegría del Señor. Conclusión: La misión continúa.
Esta experiencia misionera fue una verdadera lección de vida, un recordatorio de que la misión no se limita a un viaje o a un proyecto puntual, sino que debe ser una actitud permanente en la vida cristiana.
En María Antonia, en Carapeguá y en todos los rincones del mundo, la misión católica sigue viva, guiada por el Espíritu Santo, y continúa transformando corazones y comunidades. Al regresar de esta misión, me llevé conmigo no solo recuerdos, sino un profundo deseo de seguir sirviendo y siendo testigo del amor de Dios en todas partes. Porque, como nos enseñaron las hermanas de la Caridad y las comunidades que conocimos, la verdadera misión está en cada acto de bondad, en cada gesto de amor y en cada esfuerzo por hacer el bien.
Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, una canción que muy fuerte resonaba en mi interior al llegar a esta misión, y para ser muy sincera es mi primera experiencia de este tipo, nunca antes había misionado tan lejos de mi casa en la Colonia María Antonia en Paraguarí y luego en Carapeguá.
Esto sinceramente fue una nueva aventura, a la cual me fui con miedo y bastante ansiedad y mi conversación con Dios mientras preparaba mis cosas fue, Papa Dios yo me voy a lo que vos me llamas y espero ser instrumento tuyo. Con ese sentimiento me fui acompañada de mi amiga y de paso me familiaricé más con las hermanas de la caridad, que a varias los conocí en esta misión nada más, pero en todo momento me sentí como en casa.
Y entre una de las cosas más importantes que comprendí fue porque Jesús aseguraba que para entrar al reino de los cielos hay que ser como los niños cosa que lo comprendí con los niños claramente pues les comento la verdad en ellos sentí un amor tan sincero sin malicia tierno y encantador, como esos niños podían comprender la palabra mejor que cualquier adulto.
Esa forma en la que quedaban a maravillados con cosas simples venían y te daban un abrazo que hace mucho no recibía con tanto cariño, me gusto porque yo me volví a sentir una niña más esas cosas que me afligían, angustiaban eran nada comparado con la alegría y paz que sentí en ese momento y es simpático como yo fui con la intención de llenar dar algo y fui yo quien recibió más.
Interiorizándome más a lo que fuimos MISIONAR la verdad es un acto tan lindo visitar hogares de extraños para llevar la palabra Dios que va cargada de amor, esperanza y poder oírlos, porque son personas que anhelan ser escuchadas nos compartían sus vivencias cosas que Dios hizo en sus vidas y pequeños y grandes milagros y la fe con la que nos comparten en cada casa que llegamos era una experiencia totalmente diferente y me sentí tan bien porque ante muchas situaciones era Dios quien hablaba a través de mí y me gustaría tocar un caso en particular en donde un señor nos cuestiona de por qué varios jóvenes sufren ciertas enfermedades sin cura y el hombre menciono LUPUS, yo soy paciente lúpica hace 5 años y recuerdo que me sentí en la misma situación cuando mi enfermedad estaba muy deteriorada también le cuestione a Dios – Por qué yo? porque sufro con algo que no tiene cura y fueron las mismas palabras de este hombre ( su hija pasaba por esto) y yo entendí que pase por esos malos momentos pero jamás estuve sola, que la presencia de Dios estuvo en todas personas que me acompañaron y que muchas veces no son un castigo si no que más bien un desafío una prueba en la que en el momento en la que la atravesamos no la entendemos pero después Dios nos encamina a estar tan bien y ser testimonio y luz para los que pasan por momentos similares.
Es cuestión de entregarse a papa Dios y no habrá prueba que no podamos afrontar de su mano y ahora 5 años después yo pude entender por qué pase por eso y estoy segura de que la niña también lo podrá comprender y sin duda alguna le sigo diciendo a Dios LLEVAME DONDE LOS HOMBRES NECESITEN TUS PALABRAS.
Jessica Belen Lezcano Caseres