Por la fe compartida, la lucha por la propiedad de la tierra, la alternativa al hampa. Este es el compromiso diario que desde hace 30 años viven las Hermanas de la Caridad y los Padres Claretianos, compartiendo las luchas y sufrimientos de la comunidad parroquial de San Juan Bautista a Lamabré. Y tratando de ofrecer alternativas concretas al hampa, al narcotráfico, a la microviolencia, para una vida más digna.

Las Hnas de la Caridad acompañan el servicio del Centro Santa Juana Antida, junto con varios voluntarios y la comunidad de los Padres Claretianos.

El servicio consiste en la atención a niños y ancianos de una de las zonas más empobrecidas de la Parroquia conocida como Pantanal y está ubicado en medio de tres asentamientos: Villa Angélica, San José y Arapoty. 

La comunidad está marcada históricamente por la lucha de tenencia de la tierra, surge a partir de la toma de tierras por parte de las personas venidas sobre todo de las zonas rurales del País y que al terminar el periodo de dictadura (1989) migraron hacia la zona urbana buscando un mayor bienestar y dignidad para sus hijos,

todo esto generó gran impacto en sus estilos de vida: de disfrutar de la naturaleza y el trabajo de la tierra, más allá de la pobreza y el aislamiento a encontrarse con otro tipo de precariedad marcada por la discriminación, la violencia, la droga y el bosque de desperdicio de una sociedad consumista. 

La gran mayoría de los pobladores terminaron trabajando en el reciclaje de basuras (que muchas veces es un negocio pantalla para el verdadero negocio) y en el microtráfico de droga; la zona es reconocida por las autoridades policiales como uno de los centros de distribución de microtráfico para el Gran Asunción, y donde operan diversas facciones del narcotráfico en especial uno, así mismo se constata que estos grupos utilizan a niños entre los 12 y 13 años para la distribución de droga.

Toda esta realidad de contaminación de residuos, de droga se muestra abiertamente en el barrio, en las calles, en las plazas; los niños están expuestos a ver, a experimentar esta situación incluso en sus propias casas llegando a naturalizar en muchos casos esta realidad sin lograr ver que es posible vivir de una manera diferente.

Las Hnas de la Caridad en conjunto con los Padres Claretianos han buscado acompañar a la comunidad en todas sus luchas y dolores para vivir más dignamente, desde hace 30 años, el Centro Santa Juana Antida nace con el deseo de cercanía, de dignificación y cuidado de los dos extremos de la vida: los niños y los ancianos. No desde la confrontación directa a todas las dolencias expresadas de antemano, si no desde esa vida que se quiere cuidar sembrando las pequeñas semillas de esperanza desde lo cotidiano, por que se cree que esta semilla de esperanza, de evangelio tiene una fuerza transformadora que es capaz de ser duradera. Así es como el Centro Santa Juana Antida ofrece a los niños de la comunidad un espacio seguro para desarrollar sus potencialidades desde los juegos, la danza, el deporte, las actividades académicas, la comida compartida; a los ancianos se ofrece el almuerzo con otros, en donde poder compartir su día, ayudándolos a realizar algunas gestiones sociales y atenciones sanitarias. 

Oración por los pobres y con los pobres

2024 en el Centro St Juna Antida y en familias

Este Año de la Oración los niños del Centro han tomado el compromiso, desde el mes vocacional (mayo), de rezar todos los días en la Capilla de Santa Juana, en este espacio aprenden a rezar el rosario, a escuchar la Palabra, a descubrir presente a Dios desde lo pequeño, y a poner sus vidas en las manos del que los ama y acompaña en todo momento, han sido fieles en este compromiso y cuando la situación del barrio se vio agravada por allanamientos de parte de la Policía,

los enfrentamientos de parte de los vecinos hacia la policía y las posteriores luchas de poder del microtráfico han realizado el gesto de salir a la calle y realizar una oración comunitaria entre las familias, los Sacerdotes y las Hermanas como signo de comunión para expresar este deseo de paz para todos, con la confianza que Dios escucha la oración de los más pequeños, que Él está presente en medio del dolor y la preocupación de su pueblo y es capaz de transformar los corazones y dar la fuerza para continuar y caminar con esperanza.

Como dice el Papa Francisco: “La oración nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar”, y como reza el lema para esta jornada mundial de los pobre: “La oración del Pobre sube hasta Dios” (Si 21, 5); esta escucha preferencial de Dios que no es exclusividad, da esperanza y sostiene la vida, la lucha y el caminar del pueblo pobre y creyente en todo el mundo: “A los pobres que habitan en nuestras ciudades y forman parte de nuestras comunidades les digo: ¡no pierdan esta certeza! Dios está atento a cada uno de ustedes y está a su lado. No los olvida ni podría hacerlo nunca. Todos hemos tenido la experiencia de una oración que parece quedar sin respuesta. A veces pedimos ser liberados de una miseria que nos hace sufrir y nos humilla, y puede parecer que Dios no escucha nuestra invocación. Pero el silencio de Dios no es distracción de nuestros sufrimientos; más bien, custodia una palabra que pide ser escuchada con confianza, abandonándonos a Él y a su voluntad”(Papa Francisco).  Como Hnas de la Caridad queda la alegría de ser testigos de esta Presencia y de esta lucha, y el compromiso de seguir sembrando las pequeñas semillas de esperanza.