La Superiora Provincial, hermana Mary S. describe así la solidaridad del Grupo India: por un lado está el trabajo de apoyo, por otro el trabajo material, sobre el terreno, «es como respirar con dos pulmones». La Hermana Mary utiliza esta poderosa apelación, pulmones, para describir el apoyo, sobre todo financiero, que desde hace años llega a su congregación desde el Grupo India. Para las religiosas que trabajan en muchos lugares difíciles, como Sudán, Sudán del Sur, Etiopía, Egipto, Siria, Líbano, la ayuda del Grupo resulta fundamental para apoyar a los niños que viven en medio de la calle, a los discapacitados, a los que no tienen acceso a la comida. «Los pobres nos enseñan», explica Sor María, «que, como dice San Vicente de Paúl, ellos son nuestros amos y nosotros estamos a su servicio», que es lo que ocurre gracias al camino común de las religiosas y el Grupo India y sus pequeños gestos para «concretar el amor a los últimos».
Conocemos al Grupo India, para el que cada extraño es un hermano
Francesca Sabatinelli y Federico Piana – VaticanNews, 21 de diciembre de 2023
La organización caritativa, fundada por el padre jesuita Mario Pesce, continúa desde 1980 apoyando la acción de diversas instituciones religiosas en las zonas más pobres del mundo. Presidente Marco Petrini: abrir el corazón a los desconocidos que son nuestros hermanos.
El proyecto del Padre Pesce
El Grupo lleva a cabo esta misión desde 1980, cuando, cerca de Navidad, el jesuita Padre Mario Pesce decidió implicar a algunos de sus alumnos del Instituto Massimo -el colegio de los jesuitas en Roma- en un viaje a la India. A partir de ahí tomó forma el Grupo que continúa el compromiso del padre Pesce: el de la solidaridad cristiana a través de la ayuda a personas y familias, y que hoy, del medio centenar de niños a los que ayudó al principio, ha pasado a apoyar a miles y miles en todo el mundo. Quien cuenta el nacimiento del Gruppo India es un alumno del padre Pesce, que ahora es su presidente, Marco Petrini. Su recuerdo se remonta a aquel 1980, cuando siendo estudiante siguió a su maestro para ir a cavar un pozo «en una nueva misión de las Hermanas Canosianas, en un pueblo en la frontera entre los estados indios de Maharashtra y Gujarat». Fue una aventura para Petrini y los otros 14 compañeros que partieron con él para unirse a la jesuita, «que ya nos había enseñado el verdadero significado de la caridad, del amor fraterno».
Una red de generosidad
Aquí es donde se pone en marcha la iniciativa «beca de adopción» destinada a la India y a muchos otros países del mundo, 30 en total. Con 16 euros al mes, se puede dar, explica Petrini, «la posibilidad a un grupo de niños, de ir a la escuela hasta el bachillerato y tener así la posibilidad de un futuro mejor, de tener un trabajo, de tener muchas nuevas perspectivas en la vida que al principio eran inimaginables». Al mismo tiempo, se trata de una iniciativa «de verdadera solidaridad cristiana» que pide, añade el presidente, «abrir el corazón a un niño, a un grupo de niños lejanos que no se conocen, que seguirán siendo desconocidos, pero que son nuestros hermanos». Una invitación a la conversión recogida por muchos, y no sólo en Roma, muchas «gotas que cada mes hacen un mar de solidaridad». El Grupo India, sigue explicando Petrini, es un intermediario entre la «generosidad de la gente y quienes, del otro lado, llevan a cabo estas iniciativas», porque se ocupa de recoger y enviar las sumas a las instituciones religiosas socias del Grupo, como los jesuitas, las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida de Sor María, las Hermanas Canosianas y las Hermanas Maestre Pie Venerini, realidades a través de las cuales se llevan a cabo obras que van de la educación a la sanidad, de las iniciativas de autodesarrollo al suministro de agua y electricidad.
El incansable compromiso de las Hermanas
Testigo presencial de las actividades del Grupo India es Luisa Marolla, pediatra jubilada, donante habitual desde hace 40 años que, a su regreso de un viaje a Andra Pradesh, donde operan las Hermanas Canosianas, decidió relatar en una carta su asombro por las actividades que llevan a cabo las religiosas junto a mujeres solas, niños, ancianos, enfermos de sida e incluso intocables, y por la alegre acogida que recibió a su llegada, no sólo de las Hermanas Canosianas, sino de todas las personas que conoció. «Lo que se cuenta no da la menor idea del compromiso de las hermanas, de las penurias a las que se enfrentan, recorriendo kilómetros y kilómetros a pie, o como mucho en scooter», escribe Marolla. Las monjas «trabajan sin detenerse nunca, recorren los pueblos, casa por casa, a veces incluso con una ‘clínica móvil’, para prestar asistencia médica inmediata, independientemente de que sean cristianos, hindúes o musulmanes; descubren realidades ocultas, como niños enfermos encerrados en casa esperando la muerte, porque sus padres no quieren o no pueden llevarlos al hospital, o ancianos desnutridos y enfermos abandonados por sus hijos».
La Navidad es caridad hacia el hermano
Una beca puede dar el derecho a la educación a un niño que vive en un país en desarrollo, ayudándole a escapar de la explotación y a recibir una comida sustanciosa y digna. Un donativo puede ayudar, en India por ejemplo, a niños que sufren ceguera, evitando que sufran abandono y marginación. Un donativo también puede devolver una sonrisa a través de microcréditos, que permiten a grupos de mujeres emprender actividades productivas, o mediante la construcción de pozos, cisternas y casitas de ladrillo con suelos de hormigón y aseos, esenciales para tener un techo y luchar contra las enfermedades. Dieciséis euros al mes para cambiar la vida de un niño, pero también de todo un pueblo. Es bonito», concluye Petrini, «ver algunas realidades que al cabo de unos años ya no nos necesitan porque se valen por sí mismas, gracias a la contribución que hemos hecho. No somos una organización de emergencia, pero intentamos estar atentos al prójimo más cercano o más lejano, este es el sentido de la espiritualidad que es para nosotros la caridad. La Navidad es realmente cuidar de nuestro hermano, caridad en el pleno sentido de la palabra».