En Timișoara, junto con los jóvenes, cobró vida una cita muy especial: «Así podemos describir el carnaval para los jóvenes que acaba de terminar. La preparación comenzó tres días antes, cuando vinieron jóvenes a ayudarnos. Fue hermoso ver su contribución totalmente gratuita, tanto antes como durante el carnaval. Puedo decir que nos sentimos como en una familia.
El carnaval duró casi cinco horas, y el tiempo que pasamos fue realmente agradable y dinámico. Comenzamos con el himno jubilar, invitando a los jóvenes a reflexionar sobre la esperanza, y luego continuamos con juegos de conocimiento y atención.

Más dinámicos fueron los bailes, el karaoke, donde vimos a jóvenes apasionados, deseosos de compartir sus talentos. Me gustó mucho cuando los vi juntos, contentos y deseosos de hacer lo que pedíamos.
Durante estos momentos, observé que también se tomaban momentos para hablar, para comer juntos. Esto me hace decir que en un mundo donde casi todo parece virtual, la necesidad de compartir, de intercambiar algunas palabras es grande.
Necesitamos encontrarnos, mirarnos, hablar cara a cara. Y los jóvenes lo sienten más que los adultos. No están hechos para estar en el sillón, sino para construir algo.
Termino pidiendo al Señor que conceda a todos los jóvenes el deseo de ser personas que donan algo de sí mismos, de sentir que no están solos y que junto con los demás pueden construir algo hermoso.
¡Que tengáis una buena y santa Cuaresma que ya se acerca!»
Hermana Alexandra V., Timișoara-Rumanía