El testimonio del padre Karakach, Párroco de Alepo, a AsiaNews que habla de una celebración «muy particular» en medio de las «garantías» de las nuevas autoridades y de la «presencia masiva de agentes». En comparación con el pasado, no hubo señales de celebraciones en la televisión nacional. En algunas ciudades, episodios «desagradables» como la quema de un árbol de Navidad, montado de nuevo con la ayuda de musulmanes.

Una Navidad «muy peculiar» entre «garantías» de las nuevas autoridades de que los fieles podrían «seguir practicando» y episodios de violencia sectaria en los días previos a la fiesta. A pesar de los temores y las incertidumbres, los cristianos sirios participaron en las celebraciones, como se desprende del relato hecho a AsiaNews por el padre Bahjat Karakach, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís en Alepo. Una comunidad que «gime» en las iglesias en medio de la imposición de medidas de seguridad, mientras el país «avanza hacia un verdadero renacimiento», aunque con el temor de «intrusiones» de fuerzas «interesadas en desestabilizar Siria». No obstante, añade, «no faltan signos positivos para frenar estas tendencias».

A continuación, el testimonio del párroco de Alepo:

Lo que acabamos de pasar ha sido una Navidad muy peculiar, como bien pueden imaginar. Entre las garantías de las nuevas autoridades de que los cristianos podemos seguir practicando nuestras costumbres, y algunas acciones claramente anticristianas que tuvieron lugar aquí y allá, cuyas noticias corrieron como la pólvora en las redes sociales, los cristianos sirios celebramos la fiesta. El panorama en Siria sigue siendo desigual: aquí, en Alepo, la única variable era la anticipación de los horarios de misa, para que la gente pudiera volver a casa no demasiado tarde, ya que la noche podía ser cada vez más peligrosa. Sobre todo cuando no hay electricidad y las calles se vacían, hundiéndose en la oscuridad y el silencio.

Durante nuestras celebraciones, las iglesias estaban abarrotadas de fieles, como todos los años, mientras una presencia masiva de agentes de seguridad y hombres armados protegía nuestros barrios. Fue una buena señal de la voluntad de las autoridades civiles de velar por la seguridad, y gracias a Dios no se registró ningún incidente. El nuevo gobierno confirmó la fiesta nacional del 25 de diciembre -al menos por este año- ¡sin indicar el motivo! En las cadenas de televisión nacionales no vi ningún signo de festividad, como solía ocurrir.

Volviendo a la situación sobre el terreno, se produjeron algunos incidentes desagradables en otras ciudades: en Skelbiye (ciudad de mayoría cristiana ortodoxa), donde se había instalado un árbol de Navidad, unos jóvenes fanáticos -de nacionalidad no siria- prendieron fuego al árbol. Esto provocó la ira de los ciudadanos. En Damasco, hubo una manifestación de cristianos enfurecidos que, dirigiéndose al Patriarca ortodoxo griego, pidieron su intervención en favor del pueblo, no sólo en referencia a lo ocurrido en Skelbiye, sino también por las noticias procedentes de Maaloula -el famoso pueblo que aún habla arameo-, donde se denuncian actos anticristianos y amenazas de venganza. Sin embargo, estos inquietantes actos no sólo nos conciernen a los cristianos; de hecho, el 25 de diciembre, en la ciudad costera de Tartus, se produjo un atentado contra las fuerzas del orden, en el que perdieron la vida 14 personas; mientras que en Homs, estalló una pelea entre dos grupos de manifestantes, cuya causa era supuestamente de carácter confesional.

Mientras tanto, a medida que el país avanza hacia un verdadero renacimiento, se teme la intrusión de las fuerzas interesadas en desestabilizar Siria, aunque hasta ahora no faltan signos positivos para frenar estas tendencias. El gobierno provisional mantiene un firme discurso tolerante hacia todos los sirios y promete proteger todos los lugares sagrados, pertenezcan a la comunidad religiosa que pertenezcan. Otro paso importante hacia la paz fue la decisión de la mayoría de las milicias armadas de disolverse y pasar a formar parte de un ejército único bajo la dirección del Ministerio de Defensa. Los sirios esperan que las milicias kurdas del noreste también lleguen a un acuerdo con el gobierno de Damasco, y así reunificar todo el territorio.

Durante la homilía de la misa de Nochebuena, traté de animar a los fieles a tener una actitud de esperanza en este nuevo Año Jubilar y, por tanto, a mirar y difundir las buenas noticias, esos signos, aunque frágiles, de la gracia de Dios que actúa en nosotros: jóvenes musulmanes ayudaron a reparar los daños causados en el árbol de Navidad de Skelbiye y en una iglesia de Hama; otros nos echaron una mano para montar nuestro belén en Alepo, y un señor, también musulmán, donó flores para decorar el altar en estos días festivos.

Otro signo fuerte será la misa del 1 de enero, Día Mundial de la Paz, que nuestro obispo Hanna Jallouf presidirá en la iglesia parroquial de Knaye, pueblo del que es párroco desde hace más de 20 años. Ese pueblo fue, junto con Yaqubiye, un símbolo de la «resistencia» pacífica de los cristianos, que preservaron su fe y el apego a su tierra durante los oscuros años de la feroz persecución. Hoy, esta aldea será el símbolo de un nuevo comienzo, en el signo de la paz.

Tantos signos que nos dan esperanza y confirman aquello en lo que siempre hemos confiado: el pueblo sirio, que forma un tejido único de fraternidad y convivencia pacífica, y su buena voluntad para recomenzar hacia la paz y la prosperidad. Estamos llamados a dar voz a estos signos del bien que siempre está presente, porque éste es también el capital más importante que tenemos y que será la base de la reconstrucción de Siria.

Feliz Navidad a todos y ¡bendito Año de la Esperanza!

Foto Calvarese/SIR