«Lamentamos las consecuencias de los incendios provocados por el hombre». Así escribe Arnaldo Ramírez, Amigo de AJA de Paraguay.

El suelo sudamericano está lleno de fuego.

Miles de hectáreas son consumidas por los incendios forestales en Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia y Ecuador. Entonces, sale el sol y el día parece gris, una especie de niebla lo cubre todo, hay un olor extraño en el aire.

Las actividades al aire libre se suspenden, muchas personas sufren irritación de ojos y garganta o dificultades respiratorias.

Noticias similares pueden escucharse en las redes sociales a distintas horas y en diferentes partes del mundo, y conviene preguntarse por qué.

Aunque algunos de los incendios son accidentales, pues comienzan con pequeños fuegos que se descontrolan, y la sequía, las altas temperaturas y los fuertes vientos contribuyen entonces a su rápida propagación, la mayoría de los incendios son intencionados, es decir, provocados por la intervención humana.

Empiezan cuando la gente quiere:

  • ampliar las zonas de cultivo o pastoreo sobre bosques o humedales,
  • generan el rápido rebrote de pastizales naturales, especialmente en praderas o humedales,
  • sacar a los animales salvajes de sus madrigueras para cazarlos,
  • facilitar el acceso a lagunas y estuarios para pescar,
  • cultivar marihuana dentro de las zonas de reserva forestal,
  • generar represalias contra los controles del robo de madera, entre otros.

Desgraciadamente, la frecuencia e intensidad de los incendios va en aumento.

Porque también hay otros oscuros intereses ante un «nuevo orden mundial» que pretende trasladar a la población rural a las ciudades, utilizar la tierra para negociar, generar situaciones de «emergencia» que justifiquen medidas extraordinarias.

Las consecuencias de los incendios son múltiples.

Directamente y a corto plazo sobre las personas se produce un aumento de los problemas respiratorios, alérgicos y cardíacos debidos al humo.

Las quemas también causan graves daños medioambientales por la destrucción de la cubierta forestal, la muerte y huida de animales, la pérdida de suelo fértil, la erosión avanzada, la desaparición de ecosistemas, el aumento de las emisiones de CO2 a la atmósfera y la disminución de la humedad del aire, lo que a su vez dificulta las precipitaciones y favorece la desertización.

Desde Paraguay, Arnaldo Ramírez, Amigo de Santa Juana Antida, nos cuenta:

«Un nuevo incendio forestal azota el cerro de Chovorèca. Los bomberos voluntarios paraguayos informan que el fuego se está propagando rápidamente debido a los fuertes vientos. Nuevos incendios se han registrado en las últimas horas y avanzan rápidamente. Las fuertes ráfagas de viento del norte están favoreciendo la rápida expansión del incendio. La pérdida de selvas y bosques a causa del fuego supone al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar importantísimos recursos en el futuro. Una vez más lamentamos las consecuencias de los incendios provocados por el hombre…. Que Dios nos perdone por tan cruel crimen ecológico».

DP : Arnaldo Ramírez (ASJA)