En la misión de Jesús, el cuidado de los enfermos ocupa un lugar privilegiado: una quinta parte de los Evangelios está dedicada a la acción de Cristo en favor de los que sufren, para su cuidado físico y mental y para la resurrección de los muertos.
El mayor número de curaciones se da en favor de los leprosos y los ciegos. Las enfermedades mentales también ocupan un lugar destacado.

La Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret en Vietnam desea expresar su gratitud y felicitar a los médicos y al personal sanitario que llevan a cabo su misión de cuidar de la salud de la comunidad.
Queremos expresar nuestro especial agradecimiento a las Hermanas de la Congregación que llevan a cabo el ministerio de la pastoral de los pacientes en hospitales, centros médicos o clínicas. Las hermanas están presentes para cuidar, apoyar y servir a los pacientes no solo físicamente, sino también tratando siempre de beneficiar a los pacientes sugiriéndoles que piensen en Dios, en la fe, en la piedad y que confíen en Dios.
Que el Médico de las Almas, el Dios misericordioso, os acompañe y os bendiga, así como a todos los médicos, con salud abundante, alegría y esperanza en el cumplimiento de esta noble misión, siguiendo los pasos de Juana Antida.
La Madre Thouret, aún en su país natal, Sancey-le-Long, en la región de Franco Condado, se había comprometido, arriesgando su propia vida, durante una epidemia de tifus que afectó a muchas familias de su zona.
Como fundadora, inmediatamente comprometió a sus Hijas para el servicio en los hogares de enfermos y ancianos y, posteriormente, en los hospitales militares de Besançon.

En Nápoles, las Hermanas de la Caridad llegaron en 1810 precisamente para responder a una necesidad sanitaria: el hospital más grande de la capital, el Incurabili, necesitaba una reforma urgente para que los pacientes, con sus necesidades espirituales y materiales, pudieran ser el centro de la atención y el cuidado de médicos, ayudantes y hermanas.
En sus curaciones, Jesús no solo opera la curación de una parte del cuerpo, sino que siempre alcanza y opera la curación de la persona en todas sus dimensiones: espirituales y relacionales.